El dilema del armario
La mitad de las personas gais, lesbianas, transexuales y bisexuales (lgbt) en España prefieren no desvelar su identidad sexual en el trabajo por miedo a la discriminación.
Ello consta en el informe Aequalis en el que se analizaron las prácticas en la gestión de la diversidad lgbt en 2016
”No quiero ni verle. Es un maricón, no es normal”. David Miller, 37, gai, escuchó esta frase en el almacén de una fábrica donde lleva tres meses trabajando. Un colega suyo la pronunció refiriéndose a un técnico que viene regularmente a revisar las máquinas. David ha mostrado su homosexualidad con naturalidad desde que llegó a este ambiente exclusivamente masculino: no participa en “las típicas conversaciones sobre tías y tetas” y les explicó: ”a mí no me interesan las chicas, me gustan los chicos”.
El primer informe realizado por la Unión Europea acerca del cumplimiento de los derechos fundamentales de las personas pertenecientes al colectivo lgtb data de 2013.
En él consta que de todas las personas lgtb que tuvieron un empleo fijo en los últimos cinco años, el 44% manifiesta haberse sentido discriminado y dos tercios observaron comportamientos discriminatorios o comentarios de desprecio hacia otros colegas.
Un día después de la frase acerca del técnico, un compañero que siempre saludaba a David, no le mira. “Hay un ambiente tenso”. En el taller donde trabajaba antes, dos colegas maltrataban físico y psicológicamente a otro compañero y expresaban con libertad su homofobia en la ausencia del supervisor. “Preferí quedarme en el paro que estar expuesto y tener que esconderme. Si hubiera salido del armario, me habría caído una paliza”.
Elena López, periodista y lesbiana, relata no haber sufrido agresiones en el ámbito laboral por su orientación sexual. Sin embargo explica:”Lo que realmente me molesta mucho es cuando la gente se refiere a mi novia como a mi amiga, aún sabiendo que somos pareja.”
Alberto Rivas, 24, bisexual, está de prácticas en una empresa de publicidad. Por experiencia en su trabajo anterior, donde había sufrido agresiones por ser "demasiado afeminado", sospechaba que el momento en el que su orientación sexual sería un tema, iba a llegar. En la cena de navidad de la empresa surgió el tema y su jefa le preguntó si era homosexual. “Les dije que no soy gai, que soy bi. Y todos vinieron a darme besos y abrazos y pidieron un champán para celebrarlo”, cuenta con lágrimas en los ojos y una sonrisa contagiante.
“Ha sido buena idea salir del armario nada más llegar a mi nuevo puesto de trabajo” reflexiona David. “Mi mera presencia como hombre homosexual causa que mis colegas empiecen a cuestionar su comportamiento homófobo”.
Un compañero vino a pedirle perdón por esta frase que otro colega había pronunciado el día anterior.